GARCILASO Y SUS OBRAS

OBRAS DE GARCILASO
Sus obras reflejan lo siguiente:

1. Él recibió una educación formal y Europea de primer nivel después de trasladarse a España a una edad no mayor de los 21 años.

2. Su familia materna eran los antiguos gobernantes Incas, y por ello, él describe a los Incas como monarcas benévolos que gobernaban un país donde todos vivían bien alimentados y felices. (Investigaciones posteriores contradicen esta visión utópica de la vida en el incario).

3. A manera de ejemplo, Garcilaso no menciona los sacrificios humanos, una practica ancestral más antigua que el imperio inca, pero que también se dieron en el tiempo de los Incas. No hay manera de saber si su omisión de las cronicas fue intencional para favorecer la imagen de sus ancestros Incas, o si fue mera ignorancia debido a que vivió la mayor parte de su vida en España.

Siguiendo las corrientes humanistas europeas en boga en su tiempo, Garcilaso, el Inca, inició un ambicioso y original proyecto historiográfico centrado en el pasado americano, y en especial en el del Perú. Considerado como el padre de las letras del continente, en 1605 dio a conocer en Lisboa su Historia de la Florida y jornada que a ella hizo el gobernador Hernando de Soto, título que quedó sintetizado en La Florida del Inca. La obra contiene la crónica de la expedición de aquel conquistador, de acuerdo con los relatos que recogió él mismo durante años, y defiende la legitimidad de imponer en aquellos territorios la soberanía española para someterlos a la jurisdicción cristiana. El título más célebre de Garcilaso el Inca, sin embargo, fueron los Comentarios reales, la primera parte de los cuales apareció en 1609, también en Lisboa. Escrito a partir de sus propios recuerdos de infancia y juventud, escuchado directamente de sus parientes, de contactos epistolares y visitas a personajes destacados del Virreinato del Perú, el relato constituye, pese a los problemas de sus fuentes orales y escritas y a las incongruencias de muchas fechas, uno de los intentos más logrados, tanto conceptual como estilísticamente, de salvaguardar la memoria de las tradiciones de la civilización andina. Por esta razón es considerada su obra maestra y se la ha reconocido como el punto de partida de la literatura latinoamericana. La segunda parte fue publicada en Córdoba, en 1617.